El panorama educativo actual, está intrínsecamente ligado a la tecnología, según lo describe la educadora Hue-An Wren en su texto del 15 de abril de 2025.  La autora relata su experiencia al volver a las aulas tras una década, encontrando una infraestructura tecnológica robusta donde antes había recursos limitados. Esta omnipresencia digital, sostiene Wren, impone una nueva responsabilidad pedagógica: enseñar activamente a los estudiantes, incluso a los más jóvenes de primaria (entre 8 y 12 años), a navegar y evaluar el vasto océano de información disponible en línea. El texto referido insiste en que la "ciudadanía digital" y, dentro de ella, la "alfabetización mediática", son competencias fundamentales que los docentes deben cultivar. Este reportaje profundiza en dos aspectos: cómo enseñar a identificar información errónea en sitios web y cómo reconocer el sesgo inherente en las imágenes, especialmente las generadas con inteligencia artificial (IA).

 

 

Desenmascarando la falsedad: la estrategia del sitio web engañoso

 

Una de las preocupaciones centrales que la autora expresa es la credulidad con la que tanto estudiantes como adultos tienden a aceptar la información que encuentran en internet. Wren atribuye esto, en parte, a la facilidad con la que hoy se pueden crear sitios web de apariencia sofisticada y profesional. Para abordar directamente esta tendencia, la autora comparte una de sus tácticas pedagógicas más impactantes y, según ella, favoritas, implementada durante la unidad de investigación en su aula.

 

El método, tal como lo describe el texto referido, consiste en la introducción deliberada de un sitio web completamente falso pero verosímil. El ejemplo específico que la autora ha utilizado durante años es el del "pulpo arborícola del Pacífico Noroeste" (Pacific Northwest Tree Octopus). Wren guía a sus estudiantes para que utilicen este sitio como fuente para investigar sobre dicho animal ficticio. La autora hace una observación contundente basada en su experiencia: "En mis 20 años usando este sitio web, ningún estudiante ha cuestionado la autenticidad del recurso". Esta afirmación subraya la necesidad crítica de enseñar habilidades de evaluación desde temprana edad.

 

El proceso pedagógico que detalla la autora es el siguiente: permite que los estudiantes interactúen con el sitio falso durante unos minutos, tomen notas y busquen información, tal como lo harían en una investigación real. Este periodo de "inmersión" es crucial, ya que permite que los estudiantes experimenten de primera mano la facilidad con la que se puede aceptar información sin cuestionarla. Una vez transcurrido este tiempo, Wren revela la verdad: el sitio es una invención.

 

Pero la lección no termina con la revelación. La autora explica que, a continuación, modela activamente el proceso de evaluación crítica. Les muestra a los estudiantes las "pistas" que ella encontró en el sitio web y las "estrategias" que utilizó para determinar que no era una fuente confiable para su investigación. Aunque el texto fuente no detalla cuáles son esas pistas o estrategias específicas (podrían ser verificar el autor, buscar referencias cruzadas, analizar el dominio web, etc.), el énfasis está en el modelaje explícito del pensamiento crítico por parte del docente.

 

La autora opina que el resultado de esta actividad es doblemente positivo. Por un lado, los estudiantes "disfrutan siendo engañados", lo que convierte la lección en una experiencia memorable y atractiva. Por otro lado, y más importante, aprenden una "valiosa lección sobre cómo evaluar sitios web creíbles". Esta estrategia, por lo tanto, no solo imparte conocimiento teórico, sino que genera una experiencia concreta que resalta la importancia fundamental de la desconfianza inicial y la verificación sistemática al navegar por la web. El texto sostiene implícitamente que este tipo de aprendizaje experiencial es más efectivo que la simple instrucción directa sobre los peligros de la desinformación.

 

 

Cuando las imágenes mienten o sesgan: explorando la inteligencia artificial

Más allá de la evaluación de textos y sitios web, la alfabetización mediática moderna, según se desprende del texto de Wren, debe incluir la capacidad de analizar críticamente las imágenes, especialmente aquellas generadas por herramientas de inteligencia artificial (IA), cada vez más accesibles. La autora describe cómo ha integrado proyectos específicos en su aula para que los estudiantes interactúen de forma segura y eficaz con la IA, reforzando así sus habilidades de ciudadanía digital y, crucialmente, aprendiendo a detectar sesgos.

 

Una de las herramientas mencionadas por la autora es Adobe Express, una aplicación de diseño gráfico que, según indica, es gratuita para estudiantes. Wren propone un proyecto concreto: los estudiantes deben crear un póster sobre "Hábitos Académicos" centrado en ellos mismos, y parte de la tarea consiste en generar una imagen de IA que los represente realizando uno de esos hábitos.

 

Este proyecto, según detalla la autora, se convierte en un vehículo para múltiples aprendizajes. En primer lugar, los estudiantes se familiarizan con la "ingeniería de indicaciones", es decir, aprenden el "delicado arte" de dar instrucciones precisas a la IA a través de prompts. para obtener el resultado deseado. Sin embargo, es precisamente en las dificultades y discrepancias encontradas durante este proceso donde reside la lección más profunda sobre alfabetización mediática.

 

La autora relata que, a medida que los estudiantes trabajan en generar sus autorretratos digitales, descubren que "el resultado no siempre coincide con lo que buscan". Esta discrepancia es el punto de partida que Wren utiliza para iniciar conversaciones sobre dos conceptos clave asociados a la IA: el "sesgo inherente" y las "posibles alucinaciones" (información incorrecta o fabricada que la IA puede generar).

 

El texto referido ofrece ejemplos muy específicos de los sesgos y errores que los propios estudiantes observaron y comentaron durante una "recorrido por la galería" de sus trabajos terminados:

  1. Inexactitudes visuales: Los estudiantes notaron que "los lápices en todas nuestras imágenes no tienen borrador" y que "cada lápiz tiene dos puntas afiladas". Estas anomalías visuales, aunque pequeñas, sirven como prueba tangible de que la IA no "entiende" el objeto que representa de la misma manera que un humano, y puede generar detalles ilógicos o incorrectos.
     
  2. Sesgo de representación: Un problema más significativo que los estudiantes identificaron fue la dificultad para crear imágenes que reflejaran la diversidad del aula. La autora señala que "les costó encontrar estudiantes de color o de ascendencia asiática". Además, tuvieron problemas para que la IA generara tipos de cabello que coincidieran con los suyos, ya que "todas las imágenes creadas tenían los mismos mechones largos y sueltos o simplemente no tenían cabello".
     

 

Estas observaciones, surgidas directamente de la experiencia de los estudiantes, son, según la perspectiva de la autora, extremadamente valiosas. Permiten que los alumnos aprendan "de primera mano sobre las múltiples facetas de esta compleja herramienta". No se trata solo de decirles que la IA puede tener sesgos; se trata de que ellos mismos experimenten las limitaciones y las representaciones parciales o erróneas que estas herramientas pueden producir. Esta experiencia directa, facilitada por el docente, fomenta una comprensión más profunda y crítica de cómo funcionan las tecnologías de generación de imágenes y por qué no se debe confiar ciegamente en los resultados que ofrecen. La autora utiliza estas observaciones concretas como trampolín para discutir de dónde provienen estos sesgos (a menudo de los datos con los que se entrena la IA) y por qué es importante ser consciente de ellos al consumir o crear contenido visual digital.

 

 

 

Integrando la crítica: de la web a la IA y más allá

 

Las estrategias detalladas, tanto la del sitio web falso como la del proyecto de imágenes con IA, comparten un enfoque pedagógico subyacente que el texto parece valorar: el aprendizaje a través del descubrimiento guiado y la confrontación directa con las imperfecciones y los engaños del mundo digital. En lugar de simplemente advertir sobre los peligros, la autora propone crear escenarios controlados donde los estudiantes puedan experimentar estos desafíos y reflexionar sobre ellos con el apoyo docente.

 

El ejemplo del "pulpo arborícola" enseña la importancia de la verificación y la desconfianza metódica ante fuentes de información textuales o multimodales en la web. Demuestra, según la experiencia relatada por Wren, que la apariencia profesional de un sitio no garantiza su fiabilidad. La lección clave es aprender a buscar activamente señales de alerta y a aplicar estrategias de evaluación de fuentes.

 

Por su parte, el proyecto con Adobe Express aborda la creciente prevalencia del contenido visual generado por IA. La experiencia de los estudiantes al intentar crear sus propios retratos y encontrar sesgos y errores, como describe la autora, les proporciona una comprensión práctica de que estas herramientas no son neutrales ni infalibles. Aprenden que las imágenes de IA pueden reflejar (y a menudo amplificar) los sesgos presentes en los datos de entrenamiento, llevando a representaciones limitadas o estereotipadas, y también pueden producir "alucinaciones" o detalles simplemente incorrectos.

 

El artículo también menciona brevemente otro ejemplo que refuerza esta necesidad de evaluación crítica constante, incluso con herramientas diseñadas para ayudar, como los chatbots de IA generativa. Durante una actividad de escritura sobre desastres naturales, la autora observó cómo un chatbot ofrecía retroalimentación deficiente o información repetitiva e inútil. Un estudiante recibió comentarios que ignoraban su tesis ya escrita, mientras que otro obtuvo la misma información que ya poseía al solicitar más datos. Wren subraya que aprovechó estas "limitaciones" del chatbot para enseñar a los estudiantes a ser "críticos con lo que decía, por si acaso no era preciso o útil". Esto extiende la lección de escepticismo informado más allá de los sitios web y las imágenes, aplicándola también a las interacciones conversacionales con la IA.

 

 

Conclusión: forjando navegantes digitales competentes

 

En conjunto, las estrategias y observaciones compartidas en el texto de Hue-An Wren pintan un cuadro claro: la alfabetización mediática en la escuela primaria debe ser activa, experiencial y adaptada a las tecnologías emergentes. Los autores del texto base concluyen reiterando la idea central: "Para los docentes, es fundamental enseñar a sus alumnos a prosperar en un mundo conectado, utilizando los espacios digitales de forma segura y eficaz".

 

Las tácticas de usar un sitio web falso para enseñar evaluación de fuentes y de emplear la generación de imágenes por IA para discutir sesgos son ejemplos concretos de cómo los educadores pueden ir más allá de la teoría. Permiten a los estudiantes de 8 a 12 años enfrentarse a la desinformación y al sesgo de una manera controlada y reflexiva. Al guiar a los alumnos a través de estas experiencias y ayudarles a analizar críticamente lo que ven y crean en línea, los docentes, como opina Wren, los están equipando con habilidades esenciales para "un futuro incierto y prometedor", preparándolos para ser ciudadanos digitales más conscientes, críticos y responsables. La implementación de este tipo de "minilecciones" y proyectos prácticos, como sugiere el texto, se perfila como una necesidad imperante en la educación primaria actual.

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